El pan de Sarah (y ahora mío)

Tenía muchísimas expectativas con esta receta. En cuanto la vi en el blog de Sarah supe que era mi tipo de receta y la quise probar YA. Pero me llevó tiempo conseguir uno de los ingredientes (los demás, los tenía toditos en mi despensa, y eso que no son pocos! pero claro, era mi tipo de receta), el psyllium o psilio. Y la expectativa fue en aumento. Más aún cuando vi que todas las bloggeras que sigo también la estaban comentando y preparando. 

Finalmente lo encontré: la marca Solgar tiene psyllium!

Antes de describir la receta y contaros por qué, como bien dice Sarah, este pan te puede cambiar la vida, sé que muchos os estáis preguntando ahora qué c--- es el psyllium. Ingrediente estrella de esta receta, no puede ser sustituido, no tanto por los valores nutricionales que le añade (fibra, fibra, fibra, pero en realidad hay muchos ingredientes en este pan que son pura fibra) sino porque también cumple la función de aglutinar el pan.

El psyllium viene de la planta Plantago ovata y su uso más conocido es como laxante natural (y curiosamente, también se utiliza como remedio contra la diarrea). El mucílago del psyllium absorbe el exceso de agua y estimula el movimiento intestinal volviendo las heces más blandas. Pero estudios recientes demuestran también que las fibras solubles -entre ellas también las semillas de lino y el salvado de avena- pueden reducir los niveles de colesterol en sangre (cuando se añaden a una dieta baja en grasas saturadas), y por lo tanto disminuye el riesgo de enfermedades coronarias. 
O sea que aquí no sólo cumple la función primordial de unir los demás ingredientes, sino que con el psyllium estamos llevando salud al sistema digestivo y circulatorio.

Pero no os intentaré convencer más sobre las propiedades nutricionales de este pan. Tenía altísimas expectativas y os aseguro que no sólo no me defraudó en lo más mínimo, sino que ahora no puedo permitirme dejar de tener todos los ingredientes en mi despensa y rodajas de este pan en mi congelador. Las tostadas salen increíbles y van bien con dulce (concentrado de manzana! mermelada de albaricoque! o mi combinación favorita -tahin y miel!) y salado (patés vegetales! miso! aceite y sal Maldon!)

Y todavía falta lo mejor, por si todo esto fuera poco: es impresionantemente fácil de preparar. Lo más complicado es conseguir todos los ingredientes; lo demás está regalado! Simplemente mezclas todo (Sarah sugiere hacerlo en el mismo molde; yo uso un bol y ensucio un poco más pero me aseguro quede bien mezclado todo), lo dejas reposar unas horas, horneas y a deleitarse eternamente. 

Sé que algunos ahora os estáis preguntando: ¿y qué tiene de malo comer pan normal? Hoy en día la mayoría de los panes que podemos comprar a mano son muy refinados, no nos aportan nutrición sino que el cuerpo asume este producto refinado como azúcar, calorías vacías que además pueden tener efectos dañinos sobre el cuerpo. Por su alto refinamiento y los añadidos químicos que los años le han incorporado, gran parte de la población se ha vuelto, a diferentes niveles, intolerante al trigo. Por suerte  existen algunos sitios que cuidan el pan y lo preparan a la antigua, con masa madre y recuperando variedades antiguas de trigo como espelta o kamut (cereales más tolerables y digeribles para los que tienen problemas con el trigo convencional). Realmente vale la pena buscarlos y hacer el esfuerzo de comprar el pan especialmente. 

En un mundo ideal yo haría pan casero dos veces por semana. Como no tengo ese tiempo, compro el pan aquí o aquí. Aún así, noto que cuando me paso (cosa que no es difícil, no hay nada como el buen pan) es un alimento pesado. El pan de Sarah (y ahora mío), al no tener harina de ningún tipo, se digiere muy bien. Sacia sin caer como una piedra (ojo, con este también es fácil pasarse!). Hecho exclusivamente de frutos secos, semillas y granos, es muy alto en proteína y, sobre todo, fibra (chau estreñimiento). Se puede congelar y tostar y queda genial con absolutamente cualquier cosa, dulce o salada, o así solito.  

Una recomendación: sé que es difícil porque lo querréis probar cuanto antes, pero hay que esperar a que se enfrié del todo antes de cortarlo, o arriesgas que se rompa todo y te lo tengas que comer a trocitos y de golpe.

Ah y algo más: Sarah recomienda hacerlo en un molde de pan de silicona; el mío es de cristal y funciona bien pero se puede pegar un poco al quitarlo del molde para darle la vuelta, así que mejor, si no es de silicona, aceitar un poco el molde. Otro plus de esta receta es que no hace falta ensuciar casi nada: puedes mezclarlo todo en el mismo molde (o, si te es más cómodo, en un bol grande)

El pan de Sarah (y ahora mío)
Ingredientes:
1,5 tazas copos de avena
1 taza pipas de girasol
1/2 taza semillas de lino
1/2 taza avellanas o alemendras enteras
2 cucharadas semillas de chia
4 cucharadas fibra de psyillium (en España de la casa Solgar, se puede encargar en farmacias o herboristerías; si alguien encuentra otra marca que me avise)
1 cucharita sal marina fina
3 cucharadas aceite de coco derretido (o aceite de oliva)
1,5 tazas agua
1 cucharada sirope de arce (o miel)

Combinar todos los ingredientes secos en un bol grande o en el mismo molde, mezclando bien. En un bol pequeño, mezclar el agua con el aceite y el sirope o miel. Añadir a los ingredientes secos y mezclar bien. Debería quedarte una masa bien espesa. Pasar al molde y aplastar un poco con una espátula o cuchara de madera. 
Dejar reposar sobre la encimera por lo menos un par de horas, o toda la noche (o todo el día; yo lo suelo preparar por la mañana y hornear por la tarde cuando llego a casa).

Precalentar el horno a 175ºC. Poner el molde en el centro del horno y hornear 20 minutos. Quitar el pan del molde y darle la vuelta directamente sobre la bandeja de horno y hornear otros 30-40 minutos. Estará listo cuando suene hueco al darle golpecitos con los dedos. Dejar enfriar completamente antes de cortar. Congelar o guardar en un bote hermético hasta 5 días.