Siempre he sido más de té que de café (pero más de París que de Londres). El aroma del café me parece uno de los más ricos del mundo, pero tomarlo me sienta fatal al estómago y me da taquicardia, así que suelo evitarlo. También hace tiempo dejé de tomar té negro y ahora tomo sobre todo tés verdes e infusiones sin teína (como por ejemplo Rooibos o té Kukicha que es un té verde tostado que no tiene teína y lo pueden tomar los niños).
Hace varios años tuve la idea de preparar un curso sobre el té como representación de las diferentes culturas del mundo. Me parece fascinante cómo cada cultura tiene sus propios rituales, sabores y saberes alrededor del arte de infusionar hojas de té. El curso no se llegó a hacer, pero sigo jugando con la idea. Sin embargo, cuanto más me sumerjo en el mundo del té veo que más que mundo es un universo. Te puedes encontrar por ahí con gente especializadísima en tés chinos, que se pasan años y años estudiando con sus "tea masters" y conocen al detalle sutilezas inimaginables de las variedades locales de tés. No aspiro a tanto, y de hecho cuando me cruzo con gente así al mismo tiempo tomo conciencia de mi propia ignorancia, y me asombra la inmensidad del universo del té.


En Barcelona no hay otro sitio como Caj Chai. En una calle estrecha del barrio gótico se esconde esta joyita de sitio, donde la carta de tés puede resultar abrumadora para un novato (aunque uno de los tés más populares es el chai, té negro con una mezcla de especies, leche y miel que preparan ellos mismos). Yo me propuse hace rato ir probando uno por uno todos los tés verdes japoneses que tienen y todavía no llegué al final de esta pequeña sección de la carta (de momento mis favoritos son: Sencha Tsuyuhikari, Sencha Sayamakaori y Gyokuro Fuuki). Antonio Moreno lleva Caj Chai y es de las personas que más sabe de té que yo conozco. Todos los tés de la carta se pueden comprar a granel para llevar a casa. Y cuando te sirven, cada té viene con un termo de agua a la temperatura adecuada para ese té, e instrucciones precisas sobre cómo prepararlo uno mismo. Te dan agua suficiente para al menos 3 infusiones, cosa que permite (y en realidad incita a ello) que uno se pueda quedar largo y tendido. Caj Chai es uno de mis lugares favoritos para llevarme trabajo. Eso sí, nunca en fin de semana, ya que se llena demasiado, a veces incluso hay que esperar mesa fuera. De vez en cuando, Antonio trae algunos tés muy especiales y organiza degustaciones pequeñas (con 5-6 personas) a precios muy asequibles. Asegurar una plaza para una de sus degustaciones es un privilegio, ya que se consigue no sólo probar tés que de otra manera sería muy difícil probar (algunos son tan caros que ni llegan a la carta porque nadie los pediría), sino también compartir impresiones con otros fans del té. En la primera degustación a la que fui estuvimos dos horas probando seis tés diferentes, y en un momento me dio un mareo no desagradable que, luego aprendí, no era otra cosa que una borrachera de té. Ojo, no vayas con el estómago vacío.

 

Fue en una degustación de Antonio donde conocí seguramente el té más rico que probé en toda mi vida, el Zealong Aromatic. El Zealong es té Oolong de Nueva Zelanda. El Oolong es un té semi-fermentado (o sea entre el negro y el verde) y viene en variedades desde muy tostadas y oscuras, hasta muy ligeras casi tirando al té verde. (Los nombres de muchos Oolong me pierden: en Tea Gallery probamos uno llamado Golden Buddha, y ahora estoy esperando que me llegue uno que, debo admitir, compré por el nombre: Elegant Queen.) El Zealong tiene una historia interesante: el Sr. Chen vio cómo crecían camelias al lado de su casa en Nueva Zelanda, le llamó la atención su parecido con la planta del té, e importó las semillas de té de Taiwan a Nueva Zelanda. Desde mediados de los años 90 crece allí en unas condiciones de pureza de aire y suelo estrictamente controladas.

El resultado es francamente espectacular. Nunca me había pasado, me impactó tanto su sabor que todavía puedo reproducirlo a voluntad en mi memoria gustativa (y no soy para nada experta en describir sabores): un tostado ligero con aroma sutil de frutas y flores. Estoy esperando alguna ocasión especial; la próxima vez que alguien me quiera hacer un regalo, encargaré Zealong desde Nueva Zelanda

En un post anterior hablé de mi experiencia degustando té en el Tea Gallery de Nueva York. En el momento en que Dae, la chica que nos hacía la degustación, me dijo que "tomar té es una oportunidad para rodearse de cosas bellas", suspiré de alivio. No sé qué es más estimulante para los sentidos: el sabor de un buen té o la belleza visual de la ceremonia que lo envuelve (y no me refiero solamente aquí a la tradicional ceremonia japonesa, que es belleza zen en su máxima expresión).Fue allí donde probé por primera vez el té rojo PuErh (en realidad lo había tomado en bolsita aquí muchas veces, pero esto no tenía nada que ver, seguramente porque la calidad del té rojo que viene en bolsitas es muy inferior). Todavía no puedo decir que me haya encantado, es sin duda un gusto adquirido. El té rojo se considera muy medicinal en China; según la medicina tradicional china tiene propiedades de calentar el organismo y facilitar la digestión. Su proceso de fermentación es muy largo, puede estar hasta 60 años en barricas de roble, como el vino. Se guarda en ladrillos o bloques que luego hay que ir desmontando.

El que probamos en Tea Gallery tenía un sabor muy de tierra, mineral.

En esta foto tenéis algunos de mis artilugios de té: el más importante, el gaiwan y la taza de porcelana que me compré en el Tea Gallery, diseñados por ellos mismos.

El gaiwan es pequeño, pero era el tamaño mediano entre los que tenían. Este lo reservo para tomar té del bueno, cuando tengo tiempo y estoy sola en casa. Lleno un termo que me sirve para al menos una decena de infusiones (muy breves, sólo unos segundos, las primeras, y luego alargando cada vez más).
Hoy mientras escribía este post tocó el timbre el cartero con mi último artilugio para el té: una mini-báscula digital con forma de cuchara para poder medir los 3 gramos de té que necesito para cada infusión. Con tés buenos, vale la pena este nivel de precisión. También tengo un termómetro para medir la temperatura del agua, ya que el té verde se prepara a temperaturas más bajas (60-70ºC, algunos incluso menos), sus hojas son más delicadas y si hierves el agua se puede estropear. El otro día vi que también existen hervidores de agua regulables pensados para té verde. Otra idea para un futuro regalo...
Por último quería comentar sobre una aplicación nueva para iPhone que se lanzó hace muy pocos días (y fue muy esperada por mí). Se llama sencillamente Tea, y está pensada para freaks del té como yo.

No sólo tiene un timer (esto ya viene con el teléfono) sino que te permite tener notas diversas sobre cada variedad de té que tienes en casa (o pruebes en otro sitio) para hacer cosas como registrar la cantidad de té y el tiempo de infusión que necesita; tomar apuntes sobre las degustaciones y compartirlas en tus redes sociales, e incluso llevar el registro de cada té que tienes en casa, la cantidad que te queda y para cuántas infusiones es. También viene con más de 200 sugerencias para preparar tés diferentes. Es una aplicación fácil de usar, versátil y completa. Por las reseñas, está teniendo mucho éxito entre amantes del té. Yo todavía tengo que jugar un poco más pero promete bastante.
Bueno, esta larga perorata me ha dejado con ganas de té. Me voy a preparar un Sencha Okumidori. Hasta pronto!