Rose Bakery

Durante Semana Santa hicimos nuestro primer home exchange; nosotros  pasamos la semana en un maravilloso piso parisino cerca de la  Bastille, mientras la familia francesa que lo habita normalmente vino a ocupar nuestra casa. Y todo sin habernos visto las caras, coordinando horarios de vuelo para  aprovechar al máximo sin coincidir en la misma ciudad. Es una manera  ideal de viajar, estás cómodo como en casa, no gastas ni un céntimo en  alojamiento, puedes cocinar en casa y los niños tienen juguetes nuevos
para pasar el rato. No sé cómo no se nos ocurrió hacerlo antes. (Eso  sí, tenía un nudo en el estómago cuando volvíamos a casa, temía cómo  me iba a encontrar mis cosas, sobre todo las de la cocina. Y el temor  no fue del todo injustificado: ¿a quién se le ocurre meter sartenes de  hierro colado en el lavavajillas??? Si alguien tiene consejos sobre  cómo quitarles el óxido para recuperarlas, serán bienvenidos. Gajes  del oficio; para la próxima compraré unas bien baratas en IKEA.).

El piso donde paramos estaba muy cerca del mercado de la rue d'Aligre,  un mercado al aire libre diario de productos frescos, muy animado y  sobre todo muy local (el jueves visité el de Bastille sobre la avenida  Richard Lenoir, el más grande y espectacular de París pero también más  turístico).

Cuando voy a sitios así me bloqueo; la envidia por no  tener mercados así aquí en casa me provoca un ataque de ansiedad, no  sé qué comprar y muchas veces salgo con las manos vacías. Nunca entendí por qué no hay mercados callejeros en España, el país del mejor clima de Europa, mientras que los países más fríos tienen tradiciones de mercados callejeros y mercadillos muy arraigadas. Me acuerdo de estar en un mercadillo en Viena bajo la nieve, y todo el mundo paseando y comprando tan contento.

Qué bien lo hacen los franceses. Me sorprendió una vez más la gran  disponibilidad de productos biológicos (es tal que ya resulta sospechoso; tal vez tendría que investigar un poco la regulación para colocar la etiqueta "bio" sobre los productos). Se nota bastante conciencia general sobre la calidad de los alimentos. Y eso va directamente vinculado a su disfrute, en mi opinión (evidente a simple vista en París, por la cantidad de gente que hay a todas horas comprando comida, o sentada en las terrazas consumiéndola.)

Pero hay que huir de los clichés: mi lugar favorito de todo París lo fundó, curiosamente, una inglesa. En este post ya hablé un poco de mi amor por Rose Bakery a través de su libro de cocina. Conseguí llevar a la familia tres veces durante los seis días que estuvimos; una vez a cada local que tienen en París (el tercero abrió en octubre 2010, fue una sorpresa del último día).

A pesar de mi pasión por la cocina, siempre tuve claro que tener un restaurant no es algo que me apetezca. Dar clases, sí; talleres para que la gente aprenda a cocinar sano para la familia, sí. Y otro tipo de cosas también (vean los cambios en la web para consultar las cosas nuevas que estoy ofreciendo: clases particulares, talleres a medida, cocina para nuevas mamás, etc.). Pero si alguna vez, por algún motivo extraño lo hiciera, me gustaría que el concepto fuera muy parecido al de Rose Bakery. Desayunos, almuerzos y meriendas. Unos pocos platos del día preparados con materia prima fresca de altísima calidad y según la disponibilidad estacional. Mucha verdura, mucho color. Mucha atención puesta en conseguir los mejores proveedores de cada
ingrediente (los proveedores ocupan un sitio visible en el libro de cocina; algo que no se suele ver). Pan casero de centeno delicioso. Y repostería excelente; mi favorita, para variar, la carrot cake, para no perdérsela.

Empezamos por el local del Marais, el segundo en orden de aparición y el más frecuentado; siempre hay que esperar mesa, cosa que a los niños no les gusta mucho, y menos en un local tan estrechito. Pero yo les había hablado tanto del sitio que sabían que a mamá había que darle ese gusto. Así que esperamos lo que hizo falta (Los franceses, a diferencia de los americanos, se toman su tiempo en la sobremesa.) hasta conseguir una codiciada mesa para 4.

Yo me pedí el assiette legumes (plato de verduras), un clásico de la casa, un surtido de todas las ensaladas del día, de las cuales alguna suele tener un elemento proteico (una legumbre).

Los niños compartieron el omelette del día, que era de habas y cebollino, con el color que sólo tienen los huevos orgánicos.

Israel se pidió una de las quiches del día (siempre tienen varias; esta era de berenjena, tomate y queso feta), preparadas en unos moldes cuadraditos diseñados especialmente por ellos.

Al día siguiente fuimos al primer Rose Bakery (y el primero que yo conocí, cuando fuimos a París a celebrar el cumpleaños de Israel en el exquisito Hotel Amour, que está al ladito. Podría ir a pasar unos días sin necesidad de salir de estos 50 metros.) en la rue des Martyrs, cerca de Pigalle. El antiguo barrio de cabarets y prostitutas, en los últimos tiempos se está poblando de familias jóvenes y se ve, como en tantos sitios, los efectos de la gentrificación. Fuimos a merendar después de un paseo en globo aerostático por el sudoeste de la cuidad.

Té Sencha servido en tetera de hierro, zumos recién exprimidos (naranja, plátano y manzana; manzana, zanahoria y gengibre) y pasteles de naranja con cobertura de limón, y frambuesa (para Olivia, claro,
porque era de color rosa).

El último día conocimos el tercer Rose Bakery, ubicado en La Maison Rouge, una fundación con exposiciones de arte temporales. Aquí innovaron en el concepto, y el local dista mucho de la decoración minimalista y limpio de los otros dos. Aquí los dueños han colaborado con un decorador y escenógrafo y la decoración del local cambia tres veces por año. A nosotros nos tocó un Rose Bakery rojo, rojísimo, con grandes mesas de madera y objetos de cocina antiguos colgando de las paredes. Bellísimo. Y lo más sorprendente de todo: estaba vacío (y en sábado!). Insólito; no sé si es que la gente no lo conoce mucho todavía (Rose Bakery no tiene página web propia,
pueden creerlo? alguien me puede decir si acaso es chic no tener web ahora? tal vez no me enteré todavía) o fue casualidad pero estábamos solos.

Yo insistí con mi assiette legumes, los niños compartieron una hamburguesa bio (con forma de bola) e Israel otra vez optó por una quiche, esta de brócoli y espárragos.
Ah, un detalle más: el jabón de manos del baño de Rose Bakery tiene un perfume a mandarina y romero que me vuelve loca, es de la marca Aesop. Lo fui a buscar a su tienda pero a 27 euros el bote, decidimos que pasamos de momento.

Se nota que Rose Bakery está muy de moda porque desde mi último viaje a París (que fue en septiembre del año pasado) han añadido a su oferta unos delantales y bolsas diseñadas por la marca francesa Comme des Garçons (y yo que soy fan y un poco fetichista, los miré con cariño pero los precios eran, también, prohibitivos). Y supe que se están ampliando a un ritmo acelerado: ya hay Rose Bakery en Londres, y en Tokyo y Seúl, en colaboración con las tiendas de Comme des Garçons.

Espero que tanta franquicia no afecta a la calidad de todo lo que ofrecen. Aquí les dejo una de las recetas del libro de Rose Bakery que más repito en casa (y una de las que suele tener el assiette legumes de cada día), una sencilla ensalada de zanahoria rallada y semillas:

Ensalada de zanahoria rallada y semillas
Adaptado de Breakfast, Lunch, Tea de Rose Carrarini

Ingredientes para 6 personas:
130 gramos de semillas de calabaza y girasol (o una de las dos)
una pizca de sal marina
8 zanahorias medianas, ralladas
un puñado de cebollino picado (o perejil, en su defecto)

125 ml zumo de limón exprimido
1 pizca generosa de sal
1/2 cucharadita pimienta negra molida
1 cucharada concentrado de manzana (u otro endulzante)
3 cucharadas aceite de oliva extra virgen

Precalentar el horno a 180ºC. Sazonar las semillas con sal, repartirlas de forma pareja en una fuente para horno y hornear unos minutos, hasta que se doren ligeramente, moviéndolas con una cuchara de madera cada tanto. Quitar del horno y dejar enfriar.
Poner las zanahorias en un bol grande.
Para el aliño, mezclar con unas varillas el zumo de limón, la sal, la pimienta y el endulzante en un bol pequeño, y luego añadir gradualmente el aceite, sin dejar de mezclar. Verificar el punto de sal, dulce y ácido.
Verter el aliño sobre las zanahorias y mezclar bien. Esparcir las hierbas picadas y semillas por encima.