Crema verde dos estaciones
Espera un momento, ¡yo no encargué calçots! Un manojo verde, largo, y lleno de tierra invadía mi cocina.
Me los había enviado Xavi de regalo. Y el gran manojo verde estuvo unos cuántos días muriéndose de la risa en mi cocina, sin saber qué hacer yo con él.
Les pregunté a mis amigos más catalanes si conocían otra manera de hacer calçots que no fuera la tradicional -a las brasas- pero no. En sus 40 años de vida en Catalunya jamás los habían comido de otra forma.
Y siguieron ahí, riéndose de mí porque brasas en casa no tengo. Como me niego rotundamente a tirar comida, un sábado muy temprano por la mañana, mientras tomaba té verde y pelaba guisantes frescos -ese regalo de la primavera, como dije aquí– sin demasiada creatividad sino las ganas que siempre tengo de sopa, decidí usarlos como un puerro o una cebolla tierna.
Y hete aquí el origen de esta crema verde, muy verde, que une dos estaciones: el final del invierno (los calçots, cuya temporada ya llega a su fin), y la primavera (los guisantes frescos). Para que fuera aún más verde y para dar un contrapunto de frescor a tanta dulzura, debería ir con alguna hierba aromática de estación también: albahaca tal vez, o mejor menta o eneldo fresco. En la foto la veis con condimento de sésamo y alga kombu, tal como lo expliqué aquí.
Crema verde dos estaciones
Ingredientes:
1 manojo de calçots (o, en su defecto, puerros o cebollas tiernas)
1/2kg guisantes frescos
sal marina
leche de arroz
miso blanco
hierba aromática fresca (eneldo, menta o albahaca)
aceite de oliva