San Francisco primeros días: algunos favoritos

Bendigo el día que nos hicimos socios de homeexchange.

Nuestro primer intercambio fue una semana en un piso precioso en el centro de París durante las vacaciones de Semana Santa. Ahora hemos venido a parar a una casa gigante ubicada en un barrio genial de San Francisco, una de mis ciudades favoritas del mundo. Con esta nos hemos ganado la lotería. Qué manera más sensata de viajar.

La última vez que estuve en San Francisco fue hace 16 años. Mi padre vivió unos años aquí y cuando lo venía a visitar siempre me pasaban cosas importantes. Siempre fue un lugar muy especial para mí y dudaba si, 16 años después, lo seguiría siendo. Afirmativo; tiene el mismo efecto. En este post intentaré explicaros un poco algunas de las cosas que más me han gustado estos primeros días.

1. la luz. Como por la mañana y por la tarde reina la famosa niebla, los ratos de sol son  brillantes. Esta foto es de un taller de fotografía de comida que hice el otro día (y ojalá que sus frutos se empiecen a notar en el blog!). Tuvo lugar entre la cocina y el jardín de una de las organizadoras. Ojalá en mi cocina tuviera estas posibilidades de luz.

2. el ambiente relajado. No sé si es sólo porque estamos de vacaciones, pero el clima de relax es un gustazo. SI bien no deja de ser una ciudad cosmopolita, también tiene mucho de la falta de estrés de un pueblo.

3. la gran presencia de la naturaleza en la ciudad. Supongo que por la gran humedad que tiene, es una ciudad bastante agreste. Las plantas crecen por todas partes. Mucha gente tiene árboles frutales en los patios de su casa, e incluso me enteré de un servicio que pasa a recoger la fruta que te sobra para dársela a los pobres. Golden Gate Park es todo un hallazgo, no conocía esta parte de la ciudad ya que mis viajes anteriores siempre fueron antes de tener niños y no tenía tanta necesidad de buscar parque. Golgen Gate Park es todo un mundo; más grande que el Central Park de Nueva York, y más agreste y salvaje también (el otro día paseando por ahí vimos búfalos!), con museos, un jardín japonés, un jardín botánico, un jardín de rosas, y mucho más.

4. la arquitectura de las casas. Cuando camino cada mañana las 7 cuadras a hacer mi práctica de ashtanga, alucino una y otra vez.

5. la simpatía de la gente. Un ejemplo: el otro día subimos a un autobús repleto de gente. Olivia tenía en la mano una obra de arte de plastilina que acababa de hacer en el camp adonde están yendo. La conductora del autobús (sí, muchas veces son mujeres) paró todo y le dijo con una sonrisa de oreja a oreja "qué belleza, lo has hecho tú?"

6. los horarios. Después de 13 años en España, todavía no consigo acostumbrarme a comer tan tarde. Aquí todo empieza antes, y nos hemos adaptado todos muy bien al cambio. Siempre pensé que para los niños era mejor hacer horarios más tempranos, y aquí lo hacen y por primera vez en la vida a las 8 de la noche me ruegan irse a la cama. Yo voy a practicar ashtanga a las 6 de la mañana y la sala está llena. Cuando me dijeron que los niños comerían a las 11:30 de la mañana me reí, pero I. y yo lo hacemos también, con gusto.

7. Bueno, ahora sí, EL tema: la comida. San Francisco debe ser la ciudad con más "foodies" (amantes de la buena comida) por metro cuadrado del mundo. De hecho el otro día en el autobús oí a una chica afirmar que "vivir en San Francisco sin ser un foodie es un desperdicio".

A. El mercado de Ferry Plaza en el Embarcadero. Fue nuestra primera visita al llegar a la ciudad. Rotos de cansancio por el eterno viaje y las 9 horas de diferencia, arrastré a la familia temprano el sábado por la mañaba al Ferry Plaza, un mercado semanal que tiene lugar en un gran edificio en el Embarcadero. Tal vez algo afectada por el jet lag, creí que me había muerto y llegado al Paraíso. Más de 100 puestos de comida de primerísima calidad. Todo lo que degusté (y había mucho, los yanquis son expertas en engancharte con lo gratis) era realmente ex-cep-cio-nal. Es casi como si los términos orgánico, local y sostenible sobraran aquí, porque todo lo es. Verduras, frutas, quesos, carnes (Isra comió lo que dijo que había sido la hamburguesa más rica de su vida), comidas elaboradas, conservas, pasta, pescado, flores, chocolates, legumbres, frutos secos. Hay para todos los paladares, la condición es la calidad.

B. Los farmer's markets barriales. Después del mercado del Ferry Plaza, creí que el del barrio, una vez por semana, sería penoso. Pero no fue así. En realidad, si quisiera podría comprar todo allí sin necesidad de ir al Ferry Plaza los sábados (qué pena sería). Mi lista de compra del primer miércoles: bok choy y kale (dos verduras verdes que nunca he visto en España; la primera es oriental, la segunda, de la familia de las coles), montones de fresas y arándanos (Bruno se ha vuelto fan de los blueberries), Bolanis afganos (una especie de crepe de trigo rellena de una capa fina de verduras y doblada por la mitad), puerros, remolachas, nectarinas blancas, ciruelas (había mucha variedad de frutas, todas se podían degustar), tomates heirloom (así llaman a las variedades antiguas que se están recuperando), pan artesanal de nueces. Y llené la bolsa. Me quedó mucho por probar para el próximo miércoles.

C. Los food trucks, o camiones de comida. Por lo visto se han convertido en una institución local; ya hay libros sobre food trucks. En nuestro barrio también hay un Food Truck Night (los jueves, en el mismo sitio que el mercado de los miércoles) en el que se juntan unos 10 camiones en semicírculo con sillas en medio para que cada uno escoja y comparta con sus amigos. La diversidad de la comida es representación directa de otro de mis favoritos: la diversidad de la ciudad. Había camiones de comida tailandesa, vietnamita, japonesa, mexicana, india, un camión de cupcakes, otro de falafel, uno de comida coreana, y seguro que me dejo alguno (el jueves que viene volveré a investigarlo). Asimismo San Francsico cuenta con su Chinatown, Little Seoul y Japantown.

D. Poder hacer la compra en sitios como Whole Foods (de esto ya hable en este post), pero también en el Haight Street Market Me da la sensación que San Francisco está menos orientada a las cadenas grandes, y realmente se aprecian mucho los pequeños negocios locales llevados por familias o individuos. El Haight Street Market es nuestro mercado más cercano, está a 150 metros de casa, lo lleva una familia, no es una mega cadena, y cuando entro no sé qué elegir. Si no fuera porque es tan relajada la ciudad y nuestro plan aquí, estaría con varios ataques de ansiedad diarios ante la cantidad y calidad de oferta de comida buena.

E. Samovar Tea Lounge. Tés de excelente calidad y comida pensada para acompañar el té (y no vice versa). Ya hemos probado las tres ubicaciones y la que más nos gusta es la de Hayes Valley. Un servicio de té japonés, por ejemplo, inciuye un té verde de esos bien vegetales que me gustan a mí, con una bandeja con sopa, arroz, algas, verduras y salmón salvaje. Perfecto para compartir.

Hoy es día de mercado. Si la niebla me lo permite, prometo volver con un post con más fotos en breve!