La sopa para sentirse bien

Llevaba unos días con las digestiones muy pesadas y sin tiempo para prepararme comiditas lentas, calentitas y ligeras. Noviembre fue un mes intenso a todos los niveles. Finalmente, un miércoles inesperado, se me canceló una cita y lo conseguí: un hueco al mediodía que me permitió pasar el rato que hacía falta cortando bien pequeñas cada una de todas las verduras que tenía en la nevera. Quería sopa, estaba claro. Como dije aquí, no hay comida más reconfortante en momentos de estrés y frío. Ya es vox populi que soy fan del bol y la cuchara (y más aún cuando se trata de un bol y una cuchara especialmente bonitos).

El otro día fantaseamos con mi amiga Rocío sobre abrir un bar de sopas en Barcelona. ¿Creéis que tendría éxito?

Pasé rápidamente por mi pescadería del barrio y compré un par de lluçets de bou (pescadilla) para darle a la sopa más chicha (i.e. sabor y proteína). El resultado lo disfruté sentada en el suelo de madera de mi habitación, allí donde en invierno entran unos deliciosos rayos de sol justo a la hora de comer. Fue muy reparador, lo aseguro; no sólo la sopa en sí, sino todo el proceso, desde la compra del pescado hasta la comida al sol con mi bol de cerámica favorito, pasando por picar cada una de las verduras y sentir el vapor sabroso que salía de la olla y llenaba la cocina.

Si no tenéis esta combinación de verduras, usad las que tengáis pero también recordad que cuanto más frescas y crujientes estén las verduras, más rica y energética será la sopa. No me encanta esa idea de tirar todo lo viejo en el caldo como si fuera un recipiente de reciclaje. 
La sopa para sentirse bien
Ingredientes (estos son los que usé yo, repito: admite muchas variantes)
2 zanahorias
1 chirivía
1 nabo
1 puerro, parte blanca y verde
1 penca apio
1 ramita romero 
2 hojas laurel
1/2 cucharita sal
3-4 lluçets de bou (o pescadilla o trozos de cualquier pescado blanco)
Un chorrito aceite de oliva extra virgen y un poco de gomasio, para servir

Picar bien todas las verduras. Poner todas las verduras cortaditas en la olla más grande que tengas, junto con el pescado y las hojas de laurel. El romero es mejor ponerlo en una bolsita o paquetito que puedes hacer tú mismo con una gasa, para que después no tengas que estar quitando las hojitas de romero una por una de la sopa. Cubrir con agua (si es mineral, mejor, sobre todo en tierras como estas donde el agua del grifo es espantosa). Llevar a ebullición, desespumar si hace falta. Tapar y bajar el fuego al mínimo. Dejar hervir durante 20-30 minutos, hasta que estén tiernas las verduras. 
Servir en boles individuales y poner un chorrito de aceite y un poquito de gomasio por encima. Servir con un poco de perejil picado y un trozo de pan de calidad.
También puedes incorporar algún cereal integral para que sea una comida completísima; arroz integral quedaría muy bien o quinoa si lo quieres un poco más ligero. 

Disfrutar en tu bol favorito y a los rayos del sol a través del cristal, sentado en el suelo si es posible.