Ya llevamos tres semanas y media en California y de momento seguimos de luna de miel. Dos cosas, sobre todo, me tienen captivada: la enorme presencia de la naturaleza en el día a día (I. todavía no se acostumbra a ver las ardillas a todo rato; ayer cuando iba en bici a yoga una mofeta cruzó mi camino) y la luz, la preciosa luz brillante que ocupa cada rincón de mi casa.
Read MoreOlivia te cuida no es una auto-referencia a lo bien que se portó mi hija mientras estuve convaleciente de mi cirugía de hernia, no. Es el nombre de mi sitio favorito de Madrid.
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Mis jueves este semestre son muyyy largos. Pero jueves también es el día que reparte Horta de Capolat en casa. Y un jueves de esos laaarrgos al llegar a casa me encontré una sorpresa: Enric y compañía me habían dejado un regalo maravilloso: unas preciosas flores de yuca de su propio jardín.
Uno de mis vicios es intentar tener flores frescas en casa. Como no tenemos ni balcón (ni manos habilidosas) las plantas no sobreviven en casa, y las flores frescas son la manera de tener algo de naturaleza en casa. O. heredó esta debilidad de mí y semanalmente convertimos esta afición en una salida madre-hija.
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