Los días antes de partir hacia Buenos Aires fueron días de mucho estrés. Mejor dicho semanas.
Un factor -no el peor, pero uno más en la lista infinita que acumulo en mi cabeza- fue la necesidad de agotar al máximo las existencias de mi alacena. Para el día a día doméstico, procuro mantener un stock surtido de productos de calidad que me permiten preparar recetas variadas, nutritivas y deliciosas sin tener que ir a comprar cada día. A veces con sólo abrir la nevera y alacena se te ocurren ideas para cocinar; a veces, por fuerza, simplemente por tener que acabar con esos rabanitos o ese arroz salvaje antes de que lleve demasiado tiempo en casa.
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